Un producto incoloro antimicrobiano e hidrófobo que, al ser aplicado sobre materiales pétreos, previene el crecimiento de microorganismos y el deterioro por la lluvia ácida, sin alterar el aspecto estético de la piedra.
Estos estudios de laboratorio se han llevado a cabo en piedras utilizadas en la construcción de la Catedral de Notre Dame de Reims, en Francia.
Investigadores del Instituto de Ciencia de Materiales de Aragón (centro mixto del CSIC y de la Universidad de Zaragoza) han hallado un compuesto que evita la corrosión de materiales pétreos, es decir, podría evitar la corrosión y biodeterioración de cualquier superficie de patrimonio cultural construido por piedra, como las esculturas o estructuras arquitectónicas (monumentos, iglesias y catedrales, monasterios, etc.).
En el patrimonio cultural hay muchos elementos arquitectónicos y escultóricos formados por piedras (en la zona mediterránea muchas de ellas porosas y blandas) que se deterioran muy fácilmente por factores climáticos (lluvia ácida) y biológicos (hongos y bacterias).
Los investigadores del ICMA, Scott Mitchell, Isabel Franco, Carolina González y Jesús Martínez de la Fuente han publicado un artículo científico en la mejor revista europea multidisciplinar de química, “Angewandte Chemie”, donde explican el proceso que han seguido para lograr este compuesto incoloro, que al ser aplicado en materiales pétreos evita el crecimiento de microorganismos así como impide su deterioro por el paso del tiempo.
Es un trabajo liderado por el ICMA que se ha desarrollado en colaboración con el profesor Carsten Streb de la Universidad de Ulm (Alemania), donde previamente habían probado la capacidad anticorrosiva de estos compuestos en metales.
Para Scott Mitchell, responsable del proyecto, “es un compuesto que se aplica como un barniz y una de sus características más importantes es
que no modifica el aspecto físico ni estético de la piedra, por lo que previene el crecimiento de hongos y la corrosión de cualquier superficie pétrea sin cambiar sus propiedades”.
Este equipo internacional lleva un par de años investigando estos compuestos, que han sido poco estudiados y utilizados en el campo de la química. Durante este tiempo han realizado ensayos en el laboratorio que consistieron en aplicar tres capas de producto en la piedra, cultivar después las bacterias sobre ella y comprobar como, en menos de dos días, el compuesto acaba con ellas, evitando su proliferación.
También han probado su eficacia en piedras de la Catedral de Notre Dame de Reims (Francia) y, actualmente, están trabajando con geólogos especializados en petrología de la universidad de esa misma localidad para llevar a cabo estudios en cámaras de envejecimiento y con piedras que estén expuestas a agresiones atmosféricas y bacterianas durante un tiempo determinado.
Según la investigadora del ICMA Isabel Franco, “existen algunos compuestos que previenen de la corrosión, otros que previenen la multiplicación de determinados hongos, pero muchos de ellos son compuestos orgánicos o poliméricos y pueden servir de fuente de alimento para la proliferación de otros microorganismos, por lo que volveríamos al punto de partida. Lo importante de este compuesto es que es inorgánico y además repele el agua”.